Me desperté esta mañana y fui a buscar mi capullo de mariposa, pero ya no estaba ahi. Quedaba en la nervadura de la hoja su pequeño rastro de seda viscosa. Busqué entre las plantas y en la tierra sin demasiada esperanza, pero algún hilo de seda, algún rastro aunque sea mínimo de su efimero intento.
Hasta aqui llegamos mi fugaz amiga. Pero el viaje continúa.
Esto recien ha comenzado
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